Viajar con Bebé Chencho

¡Hola a todos! ¿Cómo estáis? Después de unas muy merecidas vacaciones volvemos con las mismas ganas de siempre, incluso con muchas más. En el post de hoy os voy a contar cómo nos organizamos para viajar con un bebé. Me lo ha preguntado mucha gente: ¿cómo te atreves a salir con un bebé tan pequeño? ¡Con lo que necesita! ¿Tantas horas de coche? ¡El querer es poder! Una mamá me dijo cuando me quedé embarazada que aprovechara para ir al cine y al teatro, porque era lo único que no podría seguir haciendo, pero que todo lo demás lo haría igual. Por lo tanto, viajar entra dentro de eso que se puede seguir haciendo sin problemas. Así que quedaros con amacrema porque os voy a contar cómo nos lo montamos la amacremafamily para disfrutar de los días de descanso.

1- Destino

Lo primero que hacemos es decidir un destino al que nos aptezca ir, pero siempre teniendo en cuenta que ahora vamos con un bebé y todo debe estar adaptado a él. Es obvio que no podemos ir a la montaña, a esquiar o meternos horas y horas en un barco o en un avión porque lo más probable es que se canse. Por eso decidimos ir a ciudades donde sé que allí podré encontrar de todo si algo me falta o directamente no me he llevado.

Hemos viajado a Sevilla, a Madrid,a Alicante y a Cádiz, que son ciudades muy grandes donde no nos faltó de nada. Ya os iré contanto viajes futuros que la amacremafamily está preparando para seguir creciendo nuestras vivencias viajeras.

 

2- Alojamiento

De momento vamos a hotel, pero sé que dentro de poco tendré que buscar apartamentos o apartahoteles por la comodidad del niño: tendríamos más habitaciones, una cocina con microondas, lavadora, etc. Pido en el hotel que nos pongan una cuna porque no cuesta nada, te dan la habitación más grande para que quepa la cuna y así tiene su propio espacio que bien podemos utilizar para dejarlo mientras nosotros nos cambiamos de ropa o recogemos la habitación o para dormir si no quiero meterlo en nuestra cama.

3- La maleta

Llevo desde los dieciocho años haciendo maletas casi semanalmente (y sin casi). Primero porque me fui a estudiar y luego por motivos laborales, siempre ando con la maleta de allá para acá. Además, contar con un coche es como un privilegio y se me hacen los ojos chiribitas porque sé que puedo llevarme muchas más cosas, ya que el tren o el avión es mucho más limitado (más aún si vas sola). Así que digamos que hacer maletas se ha convertido en mi especialidad.

Lo que hago es despejar bien la cama para ir colocando todo allí, antes de sacar la maleta. Pienso en la ropa necesaria en función de los días. Para mí un conjunto diario y para Bebé Chencho dos o incluso tres. Un pijama (o dos para el bebé), la bolsa de la ropa interior o de los bodies (yo utilizo las bolsas de tela que vienen con bolsos y zapatos para llevarlo mucho más organizado).

Por otro lado, preparo la bolsa de aseo. Yo ya la tengo preparada en el cuarto de baño con botes pequeñitos que me dejen subir al avión.  Cuando las marcas de cosmética me regala la versión mini de los productos que utilizo los guardo en la bolsa de aseo de viaje y así no tengo que cambiar de rutina cuando estoy fuera de casa. También aprovecho las muestrecillas de cremas y colonias que regalan en tiendas de belleza o vienen de promoción en las revistas. Elijo una o dos que me durará todos los días y así aprovecho para probar productos nuevos. Lo mismo ocurre con el neceser del maquillaje: tengo la versión mini de mis imprescindibles y ya solo tengo que meterlo en la maleta.

Y de la misma manera tengo listo el aseo de Bebé Chencho. He guardado los botes pequeños que me han ido regalando las marcas para que probemos productos nuevos y son los que nos llevamos de viaje. También probamos productos nuevos de bebé en los viajes. Y estos botes nunca los tiro si se pueden rellenar y al volver a casa paso revista a las bolsas de aseo antes de guardarlas y repongo y relleno lo que haga falta. Así siempre la tendré lista para cualquier viaje.

Por último, preparo una bolsa grande con pañales para todos los días (aunque sé que puedo comprar si nos quedamos sin pañales), un paquete de toallitas, una botella de agua para hacer los biberones, un par de biberones y un bote entero de leche en polvo para el bebé. Más vale que sobre que no que falte. De hecho en el viaje a Cádiz que ya Bebé Chencho empezó a beber más cantidad de leche, nos quedamos sin nada en el bote y tuvimos que comprar otro en una farmacia.

¡Y no nos olvidemos de los cargadores de los móviles, el Ipad y la cámara de fotos y video para fotografiasr y grabar toda nuestra aventura!

Lo último que he incorporado a la maleta ha sido una bolsa de tela grande para guardar ahí la ropa sucia. Es una gran idea para tenerlo todo organizado y que no se te mezclen las prendas.

Una vez que tengo todo en la cama y compruebo bien que no me falta nada, saco las maletas y lo coloco todo dentro de ellas.

En total, la maleta pequeña para Bebé Chencho y una maleta grande para los papás. Añadimos al coche el cochecito (con su bolso correspondiente de paseo), y listo. No llevamos nada más. Cualquier otra cosa la solucionamos en el destino.

4- El trayecto en coche

Desde hace un par de años estamos viajando, como lo he bautizado yo, en modo peregrinación. Es decir, si el viaje va a durar más de tres horas lo dividimos en dos o incluso en tres jornadas y vamos parando en pueblos a hacer noche y así llegar a nuestro destino sin cansarnos. Así lo hicimos al irnos a Asturias el año pasado y así lo hemos hecho al irnos a Cádiz estos días. Para el niño es una gozada porque apenas se entera del viaje, va todo el rato durmiento. Aprovechamos para salir coincidiendo con su siesta de mañana y su siesta de tarde. Además, es una oportunidad para hacer turismo rural de interior, conocer pueblos y ciudades de paso que tal vez no irías aposta. ¡Nos encanta es modo de viajar!

Por otra parte, es muy importante llevar un piscolabis para el viaje. Aún nuestro bebé es pequeño, para él llevamos su biberón, pero nosotros nos preparamos un picoteo para el coche y así ir reponiento fuerzas. Preparo embutido y queso en un tupper, algo de fruta que sea cómoda de comer (cerezas, melón cortado, plátanos, etc.), alguna que otra bolsa de snaks (a veces horneo almendras crudas con un poquito de sal que están deliciosas) y bebidas (agua, coca- cola, zumo natural).

5- Estancia en el lugar

Una vez en el destino hay que adaptarse a los horarios del bebé. Procuramos no cambiarle sus hábitos y rutinas y respetamos, sobre todo, sus horas de sueño. Normalmente comemos fuera, pero la cena si no es posible lo hacemos en el hotel. Cogemos algo de cena y nos la llevamos. Ahora en verano aguanta un ratito más, pero en los meses de primavera sí que veíamos que sobre las siete y media de la tarde había que ir recogiéndose porque se empezaba a poner nervioso. Ahora tal vez aguanta hasta las nueve y media por lo que aprovechamos si nos da tiempo a cenar fuera.

Y para que la noche en el hotel se dé bien y no molestemos a otros huéspedes le tenemos preparado un par de biberones y cuando se pone un poquito a gruñir corremos a dárselo para que siga durmiento. De todos modos, es cierto que Bebé Chencho es un niño muy bueno y suele dormir toda la noche. Por ello no tenemos problemas en ir a hoteles, si no fuera a sí imagino que nos habríamos planteado desde ya alojarnos en apartamentos. ¡Hay que buscar el bienestar y la comodidad del niño!

Y el baño lo hemos en la bañera del hotel, el lavabo o, sino, lo duchamos que para él es una experiencia muy divertida, eso de que le caiga agua a la cara le debe parecer una atracción de parque acuático.

6- Reflexión final

Todas las vivencias de un niño se van a ir quedando en lo más profundo de su memoria y le van a ir forjando su carácter, por lo que es muy importante que vaya teniendo una gran riqueza de experiencias. Da igual que no se acuerde de una ciudad o de un museo, siempre quedará algo. Va a aprender otras culturas sin darse cuenta, va a soltarse socialmente, no tendrá miedo en coger un transporte público o en hablar con cualquier persona. Y todo ello es aprendizaje en igualdad, respeto, solidaridad y generosidad. Los niños no escuchan, observan. Y son un reflejo de lo que son los adultos de su alrededor.

Espero que os haya gustado este post. Lo dejo aquí porque sino va a ser muy largo y no lo vais a leer entero. Nos leemos en el próximo post. Os dejo con un post sobre una visita al museo que hicimos con Chencho y con otro sobre nuestro viaje a Córdoba. Un beso. amacrema.

 

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