Después de horas de averiguación minuciosa en aquellas huellas que aún pervivían en el trasero de Gregorio Cansa, el señor Puppet determinó que eran del mismo tamaño que las de la señora Krupp. Estas últimas no había podido verificar su tamaño debido a su ubicación, pero era un excelente detective y tenía muy buen ojo. Sacó Peter Puppet su libreta rústica de tapas duras negras y relató los acontecimientos tal y como él pensó que sucedieron. Posiblemente, el señor y la señora Krupp no llegaron a un acuerdo sobre el menú de la semana siguiente. Uno pensaría que sería mejor que los internos comieran pollo con patatas y el otro…
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PETER PUPPET (VI)
Esta era la teoría que el señor Puppet ya relataba en su cuaderno rústico cuando comenzó el altercado. Gregorio Cansa vio que Pedro Pelele escribía tranquilo en uno de los rincones del patio. Recordó el tiempo que hacía que nadie lo molestaba y felizmente decidió ser él quien lo hiciera de nuevo. «¡Eh tú, Pelele! ¿Quieres que hagamos un teatro de marionetas y yo me ocupo de manejar tu mano?» Pedro Pelele no contestó. « ¡Eh Pelele! ¡Que te estoy hablando a ti!» Gregorio Cansa empezó a pegarle patadas creyendo que su chirriante voz no había causando el suficiente daño a sus oídos. Pedro Pelele decidió dejar su cuaderno rústico…
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PETER PUPPET (V)
Pedro Pelele era un chico raro. Nunca consiguió vender su cara de pardillo por más que sus compañeros le invitaran a comprarse otra. Su falta de visión se iba agravando con el tiempo, por lo que sus gafas de culo de vaso se iban convirtiendo con el tiempo en culo de botella y después, en culo de garrafa de aceite de cinco litros. Mirarle a la cara era un espanto. Era inevitable reírse de él y no es por justificar a aquellos crueles niños que fueron muriendo uno a uno por entre las páginas del cuaderno rústico del señor Puppet. Al poco de nacer, se volcó el aceite hirviendo sobre una…
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PETER PUPPET (IV)
Cogió con cuidado la valiosísima prueba y la metió en su bolsa junto al resto de desperdicios de comida. Al levantarse del suelo, Peter Puppet tenía señalada la forma de serpiente en su pecho, brazos y piernas. El polvo de años había sido barrido por la ropa del señor Puppet. Esto lo agradecía seguro la señora de la limpieza, si decidía la señora Krupp contratarla algún día. Con la prueba del delito, Peter Puppet fue en busca de la señora Krupp. Aprovecharía para disimular con su despedida para comprobar si era la dueña de aquel pendiente. La investigación era sencilla, si tenía puesto el otro sería suyo, sino, no. La…
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PETER PUPPET (III)
Los señores Krupp no tenían hijos y por ello no tuvieron problemas en dejar su país para venirse al nuestro. Tampoco tenían familia ni amigos. Eran tan odiosos que no tuvieron ni una madre que les aleccionara. Por suerte para ellos se encontraron el uno al otro. Aquel centro de internamiento juvenil era odiado por todos. Estaba a las afueras del pueblo norteño y nadie se acercaba allí jamás. El señor Krupp consiguió que el orden y la disciplina fueran el plato fuerte de aquel lugar. La señora Krupp educó a aquellos niños y se enorgullecía viendo como todos estudiaban sin pestañear ni levantar la cabeza del papel. La señora…
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PETER PUPPET (II)
Veinte historias, contadas en veinte cuadernos rústicos de tapa negra dura, le hicieron imaginar un mundo oscuro e intrigante que le ayudaron a pasar las duras tardes invernales de aquel frío internado norteño. Cada una de sus historias llevaba por título el del detective más aclamado de todos los tiempos: Peter Puppet, que no era más que él mismo al estilo anglosajón. Cada cuaderno seguía la misma estructura. Lo primero que hacía era cometer el crimen. El asesino siempre iba con la cara tapada y las manos con guantes. Después, Peter Puppet aparecía en escena y prueba a prueba iba desvelando todos los misterios de la trama. Cuaderno a cuaderno,…