Querido lector, ¿qué tal estás? ¡Cuanto tiempo hace que no escribo estas páginas! Y es que ando perdida en mis días de verano. Estoy ahora mismo en esa sensación de no saber en qué día vivo. Y me encanta.
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto tanto de los días de verano. Puedo confesar que desde el primer verano de mi hijo mayor. No me preguntéis por qué porque serían muchas cosas la respuesta, pero mis pensamientos se conectan entre aquel verano y este.
Veo que mis niños también lo están disfrutando mucho y eso me encanta aún más. Vivo el día a día con ilusión de seguir haciendo planes veraniegos con ellos. Planes diurnos y nocturnos. Tardes de piscina, días en las Lagunas de Ruidera, noches de cenas, cine con amiguitos…
Por mi parte, intento mantener mis rutinas. Sobre todo en los horarios. Pero tengo que confesar que es bastante complicado en verano. Te acuestas más tarde de lo habitual y luego resulta muy complicado levantarte tan temprano. Mi truco es dejar la ropa deportiva fuera de la habitación por si he tenido algún visitante durante lo noche. Así me obligo a levantarme y dar mi caminata mañanera que sé que me va a sentar de maravilla. O, si no he podido madrugar tanto (ahora en verano es imposible salir algo más tarde porque hace demasiada calor), hago mis ejercicios de pesas en casa. Me he aficionado a ellas y también me hacen sentir fenomenal. Puedo decir que me encanta.
Y, por otro lado, estoy priorizando mi alimentación más que nunca. Y no es que no esté comiendo, todo lo contrario. Estoy comiendo fenomenal. Estoy alimentando mi cuerpo en lo que necesita en cada momento. Lo escucho y le doy mucho amor, porque quiero conservarlo sano y fuerte hasta los 100. Estoy adentrándome en el mundo de la nutrición. Quiero saber cómo combinar los alimentos para que me sienten bien. Quiero saber qué propiedades nutricionales me aporta en cada momento.
Prepara mi propio pan con buenas harinas para asegurarme de que el pan que consuma tiene buena calidad. Ayer hice leche de almendras para disfrutar de una estupenda leche vegetal con mi café matutino. Priorizo las verduras de temporada, como berenjenas, los tomates o los pepinos. Comemos fruta de la tierra, melones y sandías, que ahora nos aportan toda esa agua que necesitamos. Bebo mucha agua con consciencia. ¿Sabías que cuando te sientes hinchada es porque estás deshidratada? Tu cuerpo advierte una falta de agua y segrega unas sustancias en el cuerpo que almacenan toda el agua para aprovecharla al máximo. Por eso, cuando nos levantamos nos vemos con las manos y los ojos hinchados. LLevamos toda la noche tumbados y sin beber nada (lógicamente).
Y mi gran ilusión de este verano es que, al fin, tengo mi «cuento del brujo» hecho una realidad. Hace muchos años que escribí un cuento medieval. Lo he dejado guardado hasta que ha llegado su momento. Aún no quiero contar mucho: argumento, venta, presentaciones… porque os iré dando toda esta información a finales de agosto y principios de septiembre, pero ya quiero empezar a compartiros mi felicidad.
Os deseo un feliz domingo, una feliz semana y una feliz vida.
Nos seguiremos leyendo por aquí.
África.