Mañana volvemos a las aulas los profesores. Cada curso es una nueva ilusión, es cierto, nuevas expectativas, miedos, desconfianza en uno mismo. Recuerdo cuando me preparaba la oposición y llegaban estas fechas. Me sentía entre la ilusión de seguir para lograr un sueño y frustrada por seguir sentada en mi mesa camilla sin saber en qué septiembre comenzaría a dar clase.
Cuando comencé mi andadura por las aulas de secundaria, veía desde la lejanía los institutos de mi localidad y pensaba si en algún momento me dejarían un hueco para venirme a dar clase ahí, a casa, a lo conocido, a lo que verdaderamente me hacía ilusión. Un sueño improbable e impensable que ni siquiera me atreví nunca a soñar.
Aún sin creérmelo, mañana conoceré la sala de profesores donde se reunían todos mis profesores de secundaria a los que siempre admiré queriendo ser, algún día, como ellos. Entraré de nuevo en la aulas que dejé atrás hace como dieciocho años, pero ahora veré la estancia desde el otro lado. Les contaré a mis nuevos alumnos mis conocimientos como siempre he hecho en los centros que he estado, pero con más ilusión aún si cabe porque los sentiré como míos. Chicos y chicas que aún no habían nacido cuando yo salí de allí con la ilusión de convertirme en escritora.
Y digo que los sentiré como míos porque me veré más responsable, aún si cabe, de su educación tanto cívica como de conocimientos en mi materia, pues será los próximos adultos que convivan en mi pueblo, los futuros médicos, abogados, electricistas, dependientes de los supermercados, profesores o educadores infantiles. Y quiero estar a la altura.
El sueño imposible que jamás me atreví a soñar porque, quizá, no me sentía merecedora de ello. ¡Qué estupidez! Por delante tengo un curso fascinante que disfrutaré al máximo. Toda mi vida soñando con este momento, por fin ha llegado porque, «todo pasa y todo llega», «la paciencia todo lo alcanza.»
Os deseo un feliz curso 2024/2025
