Hace algunos meses un escritor se puso en contacto conmigo vía email para darme a conocer su obra. Me dijo, ante todo, que no quería que se la comprara, esa no era su intención, todo lo contrario, me la mandó en formato electrónico y me pidió que, por favor, le diera publicidad. Como yo nunca puedo decirle que no a nadie, y menos si entre los favores está el de leer un libro (así tengo las estanterías y el atraso de reseñas) acepté encantada. Lo metí en el teléfono móvil con una aplicación que tengo para eBooks, de manera que llevaría conmigo el libro allá donde fuera. Sin embargo, no…