LA LITERATURA EN EL CINE

Acabo de ser testigo del último libro que ha tenido la fortuna de ser llevado a la gran pantalla. La aclamada novela de Noah Gordon, El Médico, está siendo ya un fenómeno también taquillero y supongo que no esperarán menos sus productores y, sobre todo, su escritor.

Recientemente también está triunfando, esta vez en la pequeña pantalla, la primera novela de María Dueñas, El tiempo entre costuras y ella misma ha señalado su gratitud ante el resultado y la adaptación que ha sufrido su novela. He escuchado tanto buenas como malas críticas acerca de esta producción, pero considero que su escritora se puede sentir orgullosa de que los personajes que, en un primer momento formaron únicamente parte de su imaginación, hayan llegado ahora a todos los hogares españoles. Familias lectoras y no lectoras están disfrutando de esta historia de la forma más fácil y cómoda posible. Se ha señalado, a raíz de las orgullosas palabras de María Dueñas, que los escritores no suelen estar conformes con las adaptaciones que hacen de sus queridos libros, pero considero que no podrían ser brindados con mayor privilegio y honor.

Hay libros que han pasado a la fama gracias, precisamente, a su adaptación cinematográfica. ¿O alguien ha leído los cuentos de los hermanos Grimm, por poner algún ejemplo? La respuesta, probablemente será negativa (me refiero a por regla general no dudo que muchos sí que hayan disfrutado de estas historias en formato libro). En cambio, ¿quién no ha disfrutado de películas como Blancanieves, La bella durmiente o La Cenicienta. Walt Disney las despertó de su letargo para que todos los niños del mundo pudiesen disfrutar de estas historias (que en verdad no son historias para niños, pero este es otro tema en el que no voy a meterme ahora). ¿Y qué me decís de las novelas de Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, de cuyas novelas salieron las cientos de versiones cinematográficas? Podría seguir nombrando miles de títulos cuyas historias literarias han pasado actualmente desapercibidas porque las adaptaciones visuales han cogido mucha más fama a lo largo de los años.

Muchos lectores disfrutaron de la novela Criadas y señoras después de ver la película en el cine o, incluso, de la novela decimonónica Anna Karenina del ruso León Tolstói, tras dormir decenas de años en las bibliotecas del mundo entero.

Escritores como J.K. Rowling, Stephenie Meyer o J.R.R. Tolkien han visto incrementados sus millones de lectores después de que sus sagas literarias hayan pasado al mundo del cine. Lo mismo que le está ocurriendo a la escritora estadounidense Suzanne Collins. Supongo que no tengo que especificar los títulos de sus obras porque han movido millones de dólares en apenas algunos años y eso ha sido en parte gracias a lectores y no tan lectores que han pagado por ver cada una de las películas y leer cada uno de los libros. No creo que ninguno de ellos tenga ninguna queja de cómo sus novelas, todas ellas pertenecientes al género de “novelas fantásticas”, han sido acondicionadas para ser interpretadas en la gran pantalla.

Es evidente que la novela siempre nos gustará más que la película, pero los motivos que mueven estas adaptaciones son económicos. ¿O, por qué sino el gran Lope de Vega escribió miles de obras de teatro y millones de versos? Siempre es don Dinero quien mueve el mundo. Por ello creo que es una manera maravillosa de acercarse también a las obras literarias: gracias al visionado de su película o su serie de televisión porque, detrás de esa experiencia, podemos encontrar la oportunidad de disfrutar también del libro, del olor de sus hojas, la belleza de las palabras y el orgullo de que cada día el marca páginas avance un poco más. Aunque, advierto, lectores, que toda alegría implica una tristeza y en este caso no es más que tener que llegar al final para cerrar la contraportada porque, esa maravillosa historia que ha venido marcando los últimos días de nuestra vida, ha llegado a su fin.

Es entonces el momento de empezar a sumergirnos en una nueva historia que nos aguarda con paciencia en algún rincón de nuestra librería o de la biblioteca.

Os propongo un reto: ¿Sabríais decirme, sin buscar en internet por supuesto, quién es el autor del cuento La sirenita?

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