Últimos días de agosto

Los últimos días de agosto me saben a un largo domingo estival. Siento que comienzo una cuenta atrás conmigo misma y comienzo a gestionar todo aquello que sé que hubiera debido hacer este verano, pero que con la pereza del descanso no he hecho. Y, al mismo tiempo, lucho por disfrutar al máximo de los últimos días de vacaciones buscando planes divertidos para hacer en familia.


El pasado domingo estuvimos en Ruidera con unos amigos. A mí me encanta ir a ese paraje natural, es una maravilla y lo tenemos súper cerca. Y me encantaría seguir descubriéndolo poco a poco para disfrutar de los lugares más recónditos porque confieso que no me gustan las aglomeraciones que se forman allí en verano. Voy buscando calma y conexión con la naturaleza. Estuvimos comiendo en el Abrasador de los Batanes unas carnes a la brasa que estuvieron de vicio. Aunque tampoco me importa irme a hacer picnic porque sé que a los niños eso les encanta.


Estos últimos días aún me queda darle una vuelta a los armarios de los niños para saber qué necesitan de cara a la vuelta al cole y la nueva estación. Crecen muy deprisa y muchas cosas ya no les quedarán bien, así que habrá que comprar cositas nuevas. Y para mí también, ¿por qué no? Ya me he hecho con el material escolar para comenzar el nuevo curso con ilusión que se vuelven cambios de nuevo, pero de esto os hablaré en otro post próximamente.


Y con esto engancho a lo siguiente. Soy una persona a la que le gusta cambiar. Me aburro cuando caigo en la monotonía y me encantan las emociones y un poco esa incertidumbre a lo nuevo, aunque también me da miedo, no os creáis.


El otro día, me dio un “aire” y cambié la distribución del salón. Estaba aburrida de verlo siempre de la misma manera y el resultado ha sido fabuloso. Sin haberlo planteado parece que hemos cambiado de casa: ja ja ja. Hemos conseguido aprovechar mucho más el espacio y hemos ganado en luz en la zona de sofás que es la que más utilizamos normalmente. Si no me hubiera atrevido a probar el cambio nunca lo hubiese sabido. ¡Hay que atreverse! Y con ello, he aprovechado a limpiar bien el salón y la cocina y a ver qué necesitaremos también de compra porque en verano se pierden todas las rutinas.

Me encanta que llegue septiembre, además de que el mes comienza con las fiestas patronales del pueblo y las vivo con un sentimiento muy especial. Me cuesta trabajo explicar con palabras lo que siento estos días porque son momentos de reflexión, cambios en la luz también porque se nota mucho que anochece antes, se ve cómo desaparecen los planes estivales, cada vez hay menos gente por las calles al caer el sol y cuando pasan las fiestas, es claro que el otoño ha impregnado todo. ¡Y me encanta! Poco a poco vamos cogiendo el ritmo. Los vecinos que viven fuera del pueblo se van yendo de vuelta a sus lugares, los niños vuelven a salir por las tardes, llega el fin de las piscinas, el comienzo de las extraescolares y siento que las fiestas patronales hacen como un puente entre las vacaciones de verano y el comienzo del nuevo curso.

Y, como siempre, no quiero dejar de recomendaros el libro en el que he invertido casi todo mi verano. Es largo y de una calidad literaria extraordinaria, de ahí que me haya llevado más tiempo. Pero lo he disfrutado muchísimo y he aprendido aún más. Os lo recomiendo, sin ninguna duda. Encuéntralo aquí.


Tenemos cambio de estación a la vuelta de la esquina.
Os deseo un feliz fin de vacaciones. Nos seguimos leyendo.
África.

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