Córdoba con encanto

¡Hola a todos! ¿Cómo estáis? Hoy os traigo un post muy especial sobre un viaje a Córdoba, de esos que he bautizado como Una vida de cuento. Seguro que os adentraréis conmigo en un mundo mestizo donde todas las culturas tienen cabida. Sin prejuicios, sin pensamientos irrespetuosos. Simplemente, cultura, arquitectura y gastronomía para disfrutar. ¡Allá vamos!

El olor de Andalucía es especial. Sobre todo en verano. Huele a azahar. A naranjos. A palmeras que están rozando el mar. La cara de las personas que se nos van cruzando derrochan felicidad. No hace un excesivo calor.  La llegada tardía del verano nos ha sorprendido gratamente. Podremos disfrutar de este viaje.

Dejamos el equipaje en el hotel hacia el mediodía. Me encanta pasearme por la habitación para descubrirla. La cama perfectamente hecha, blanca y pura, ubicada en el centro de la estancia ya está oupada por bolsos y bolsas. Me asomo al cuarto de baño. Miro los botecillos de gel y champú que nos han dejado. Y me digo a mí misma «ves, no hacía falta que trajeras tanto en el neceser». Pero yo, por si acaso, me he traído de todo. ¿No os ha pasado que la vez que no echáis champú no hay en el baño del hotel? Pues eso, por si acaso lo he echado. El champú, el gel, el suavizante, desmaquillador, tónico, cremas, pasta de dientes, cepillos, sérum… Y un sin fin de productos que me tocará colocar cuando vuelva a casa.

Salimos sin rumbo. Bajamos por la judería silenciosa. Aún es pronto y los turistas no se agolpan por las callejuelas. Averroes nos da la bienvenida a la judería. Nos adentramos aún más. Huele a limpio. Las calles están mojadas. El sol no calienta demasiado. Hace una mañana agradable.

Me llega el aroma agradable de especias y té. Un tienda de ensueño se presenta ante mí y me invita a pasar. Hablo con la dependienta alabando todo aquello. Me encanta como están colocadas aquellas hojas de infusiones en las cestas rojas. El olor es espectacular. Otros productos de la zona también quieren llamar nuestra atención: aceites, azafrán, dulces árabes, miel. Las teteras parecen piezas de museo. Pido permiso para fotografiarlo todo. Y otra señora aprovecha para copiar mis fotografías imitándome el gesto. Me decido por una mezcla de tés de verano.

Seguimos paseando y nos topamos con la sinagoga. Las calles de Sefarad se empiezan a llenar de turistas curiosos y guías entusiastas con la historia. Callejando llegamos a la Mezquita-catedral. Sin duda, la grandeza de la historia de la arquitectura en una manzana. Pasamos al patio de los naranjos y varias blogguers se fotografían con diversos looks. Las imitamos, pero fotografiamos tan solo la grandeza del edificio. ¿Nuestros looks? Ropa cómoda de turismo. Pantalones, camisetas y zapatillas.

Paramos a comer en Casa Pepe. Su terraza es espectacular. Toda la carta nos entra por los ojos. Observamos a las familias que discuten sobre qué pedir. Las parejas embelesadas que, unidos de la mano, deciden el menú sin poner ninguna pega al gusto del otro. Los camareros de un lado para el otro, sudando, intentan agradar sin parecer cansados. No arriesgamos. Somos así. Siempre a lo seguro. Nos decantamos por el salmorejo, las berenjenas con miel de caña y el flamenquín. De postre, tarta de queso con arándanos. Abajo se escucha el trajetreo de la gente. Van y vienen de allá para acá callejenado por la judería. Despedidas de solteros y solteras gritan a los cuatro vientos que ese día van a arrasar.

Acabo de comer nerviosa porque sé que me espera una tarde especial. Amigas que no veo mucho. Amigas que me esperan en la puerta de los Baños Árabes para disfrutar. Pasamos la tarde entre masajes y aguas termales. Nos adentramos en el mundo árabe como si nos hubiésemos trasladado a Marrakech con tan solo cruzar una cortina de terciopelo roja. Hablamos demasiado fuerte cuando está prohibido. Pero tenemos muchas cosas que contarnos. Muchas risas que compartir. Demasiadas ilusiones que están por venir. La luz ténue invita el descanso, a la meditación. Me entran entonces unas ganas enormes de empezar a hacer yoga. Horas después estaré buscando libros que me inicien en ello. Un té verde para reponer líquidos perdidos y culminar la tarde relajada. El té árabe se sirve en vaso pequeño de cristal adornado con cenefas doradas. Está delicioso. No necesita endulzantes. Volveremos a vernos para cenar. Aún quedan muchas cosas que contarnos.

Vuelvo al hotel sonriente. Sin duda, tardes así son necesarias. Merecen la pena. Tres horas en remojo relajante de los Baños Árabes de Córdoba. Camino tranquila por el empedrado del barrio judío. No pienso salir de aquí. Me encanta imaginar cómo sería la vida mestiza de aquellos españoles. Convivencia tranquila de árabes, judíos y cristianos. La historia ha sido demasiado cruel.

La tarde la dedico a pasear. Visitar patios perfectamente adornados con plantas y colores. Los envidio. Me encantaría tener plantas así. Con el calor que hace en Córdoba es alabable que todo esté tan verde. Las plantas dan frescor a los patios. Apetece sentarse un rato a meditar. Las fuentes discurren sin problemas y llevan el agua de una a otra como un juego. Los turistas lo fotografían todo. Varios carruajes de caballos bajan por la calle estrecha saludando a todos aquellos que quieren sacarles fotos. Se sienten celebrities, me río. Es gracioso. Tiendas y tiendas de suvenirs abarrotadas.

Bajamos a la rivera del río Guadalquivir. El puente es impresionante. Ya ha anochecido y el alumbrado lo hace aún más bello. Está abarrotado de gente. Hay verbena por la zona. La gente se agolpa en las barras improvisadas.

Corro hacia el restaurante. Me esperan para cenar. La mejor mesa reservada con vistas al río. Varios grupos celebran cumpleaños y despedidas de solteros y solteras. Todo el mundo se ha arreglado para la ocasión. Y nosotras no íbamos a ser menos. Tacones negros para deslumbrar y labios rojos para arrasar esa noche. Que no nos falten motivos para brindar. ¿Qué cenamos? Ensalada. La ensalada más deliciosa de toda la carta. Esa que es digna de fotografiar para subir de inmediato a Instagram. Ensalada con brotes, pollo, queso y sésamo. De segundo, tartar de atún. Todo para compartir. Delicioso. Seguimos hablando de los beneficios del yoga, de ideas de decoración, nuevos productos de belleza y ropa. Mucha ropa.

La noche termina rápido. No me queda más remedio. El deber me llama y me tengo que marchar. Tal vez las prisas. Tal vez la soledad de la noche. Pero el taxi tarda en llegar. Veo Córdoba desde otra perpectiva. Más deprisa. Más grandilocuente. Más moderna. Más actual. Pero también me gusta. Hoteles y restaurantes con grandes luminosos invitando a entrar. Varias personas intentan detener mi taxi. Ya he llegado. Ritual nocturno y a dormir. Mañana será otro día lleno de experienzas por descubrir y aprendizaje por adquirir.

 

Nos leemos en el próximo post. Deseo que os haya gustado leer estas líneas porque a mí me ha encantado escribirlas.

Un beso enorme. amacrema.

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