El post de hoy trae tela. Me preguntáis tanto sobre mis claves para llegar a todo con los niños, la casa, el trabajo, la web, la otra web, las novelas… que he decido sentarme a contaos mis trucos para conseguirlo. Mantener la calma es mi herramienta básica para controlarme a mí y hacer que todo fluya. Así como saber qué es el mindfulness y disfrutar de cada momento del día. Espero poder ayudaos. Por favor, compartidme para hacerme crecer.
Como es tan largo, me he lanzado a grabarlo también en audio para que podáis escucharme y, ya de paso, pruebo esta nueva técnica de cara a los post de mi web www.oposicionesdelengua.es
Un pequeño cambio de mentalidad
Desde que me he convertido en mamá de familia numerosa siento que la gente me mira con compasión. Intentan cruzar su mirada de lástima o agobio conmigo y cuando lo hacen yo siempre les devuelvo una sonrisa. Entonces muchas veces me sonríen. Otras, se acercan a preguntarme si son míos los tres, si mi vida es una locura, o si pienso tener más. Me lo tomo muy bien, me río. Y suelo contestar que seguiré teniendo niños hasta que venga la niña. Ja ja ja
Desde que nació mi primer hijo he aprendido tanto sobre maternidad y sobre empatizar con los niños desde que nacen que ahora, con los tres, es cuando me siento plena y feliz. Paso los días con calma y con una actitud positiva. Al fin y al cabo es una situación que he buscado yo y no me tengo que ver superada. Y si lo hago, debo sentarme a analizar el motivo.
Y este es el porqué de mi post de hoy. Se me han acercado tantas y tantas madres para alabar mi actitud con los niños frente a su agobio con uno o con dos peques en casa que me veo en la obligación de ayudarlas. De ayudarte, si es tu caso.
Es cierto que he cambiado mucho en los últimos años. Me está ayudando la experiencia y también las numerosas lecturas que estoy haciendo sobre maternidad, sobre educación, sobre mindfulness y meditación. También la situación absurda que vivimos desde 2020 me ha cambiado la manera de ver el mundo, igual que a todos. Pero lejos de poner el foco en lo negativo, yo lo he puesto en lo positivo y en darme cuenta de lo que verdaderamente quiero.
Lo primero que te recomiendo es que te des cuenta de dónde está el problema y sobre ello ir a la acción. Imagino que, como al resto de mamás, las situaciones complicadas y de estrés que suceden a lo largo del día te hace perder los nervios.
¿Cómo funcionan los niños?
¿Estamos inmersos en un mundo de adultos donde no tienen cabida los niños?
En este punto te recomiendo leer la importancia de la educación sentimental que le damos a nuestros hijos en Encuentra tu persona vitamina. Al final, amamos como nos han amado: ¿cómo queremos que amen nuestros hijos? ¿Te gustaría que te gritaran o que te pegaran? Piénsalo fríamente. A ellos tampoco. Los niños necesitan sentirse muy queridos, muy besados y muy abrazos. ¡Vamos a por ello cada día! Creedme que los gritos no sirven para nada, solo servirán para que el ambiente sea más incómodo y conflictivo en casa.
No, no vamos a gritar, vamos a mantener la calma y os voy a contar cómo lo hago yo. Yo no les grito a los niños. O lo hago de manera muy aislada, cuando estoy muy cansada o muy enfadada. Pero me arrepiento al instante porque no me sirve para nada. De verdad que no.
Es también de suma importancia que conozcamos cómo funciona el cerebro de los niños, desde que nacen hasta la adolescencia (aunque de momento no me veo en esta etapa, ya la temo). Para ello os recomiendo la lectura de El cerebro del niño explicado a los padres y seguir a Lucía mi pediatra en Instagram, leer sus libros y hacer sus formaciones.
Estamos inmersos en un mundo adulto
¿Funciona un niño cómo un adulto?
Los niños no funcionan como los mayores porque no tienen las mismas necesidades que nosotros. Y los adultos no empatizamos con los niños. Esa es la realidad. Es muy fácil juzgar para aquellos que no tienen hijos con comentarios como está muy mimado, te controla o te está poniendo a prueba. Es posible que en ocasiones lo hagan, pero un bebé de tres o cuatro meses no llora para provocarte ni tú lo estás malacostumbrando si lo coges en brazos. Ese bebé necesita tener cubiertas las necesidades básicas y no tiene otra forma de expresarlo que llorando. Y no solo hablo de comida o higiene, también hablo de necesidad de afecto o de seguridad en brazos del progenitor, bien porque tenga miedo o porque está cansado.
Llevamos desde que nació nuestro segundo hijo evitando ir a los restaurantes. Preferimos comer y cenar en casa porque hemos visto que no puede ser. Los niños no se mantienen sentados tranquilamente todo el tiempo que los adultos emplean en comer, tomar el café y la sobremesa. Necesitan movimiento y juego.
¿Cómo han resuelto los padres este problema? Entretenido a los niños con las pantallas, sin ser conscientes del daño que se les hace con ellas a nivel cognitivo. Estamos creando generaciones futuras mucho más limitadas a nivel neuronal porque nos privan de libertad para la creatividad. Alucino con los carritos de bebés que llevan incorporados los móviles con los dibujos. Están privando a ese niño o a esa niña de contemplar todo lo que vaya surgiendo en el paseo.
Pero claro, nuevamente estamos tan inmensos en nuestro mundo adulto que preferimos tenerlos entretenidos para que no molesten y nos dejen cenar tranquilos.
¿Cómo gestionar los momentos tensos con los niños? – La hora feliz
Los conflictos en casa suelen tensarse a última hora de la tarde. Yo la he denominado La hora feliz. Esa hora que oscila entre las 7 y las 9 de la noche (aunque en casa a eso de las 8:30 ya están todos en la cama). ¿Qué ocurre estas horas? Lo primero, que los adultos estamos muy cansados de todo el día: tensión en el trabajo, tensiones familiares, agotamiento físico, mezclado con una pasada mala noche por los peques, etc… Y estamos en tensión. Los niños también están cansados: toda la mañana en el cole, la tarde de juegos, conflictos en el cole, conflictos con los hermanos, comidas o meriendas que no son de su agrado… Los niños se van cargando, al igual que los adultos, durante todo el día. ¿Cómo lo expresan ellos? Llorando. ¿Cómo lo expresamos nosotros? Gritándoles.
¿Cómo lo veis? ¿Qué sentido tiene?
La importancia de las rutinas
Busca cómo gestionar todo esto en el día a día. En mi caso, como mejor lo resuelvo, sinceramente, es haciéndoles tener muy claro cuál es el paso siguiente que hay que dar y hacerlo todo de manera ordenada. Y hacerlo yo (con papá, por supuesto), no dejar esta carga a terceros (me refiero a abuelos, tíos u otras personas). Los niños necesitan rutinas, hacer cada día lo mismo, saber qué va a suceder después, cómo lo vamos a organizar y que todo su esfuerzo tendrá recompensas. Cuando lo narro me tachan de loca obsesiva, pero siguiendo estos pasos los niños están tranquilos porque saben qué sucederá y a qué hora.
Por las tardes saben que tienen un rato de juego en casa y un rato de juego en la calle (a veces están tan a gusto en casa que ni salimos), a continuación toca el baño y lo hacemos de manera alterna. Ellos saben a quién le toca bañar primero cada día y así no hay discusión (esta me la ahorro). En la casa nueva vamos a poner bañera en uno de los baños. Pese a las presiones sociales de alrededor, hemos visto que los niños la necesitan. Aún son pequeños y la ducha no les supone ningún placer del momento baño. Ese ratito que ellos están en la bañera, jugando, disfrutando del olor de los geles, de la espuma que se forma, etc. es importante para ellos, para su rutina de noche y su relajación. En ese momento les pongo una peli, así los otros dos peques están entretenidos. La peli también supone un conflicto si no se ponen de acuerdo: solución, en calma, sin alterarnos, la tele se apaga si no hay acuerdo. Y siempre lo hay, ja ja ja.
La hora de la cena
Cuando acaban de bañarse, preparo la cena. La cena suele ser otro momento conflictivo porque van a protestar: haya lo que haya. Así que una de cal y otra de arena: hay que alternar cenas que les sean más atractivas con otras que no lo sean. Y si no les gusta nada, lejos de gritarles, vamos a intentar que coman un poquito. En casa ya saben que si no se comen el 1, no hay 2 ni 3… así que, al final terminan cediendo. Muchas veces me confiesan que les ha gustado. La tele está apagada cuando cenamos, no queremos distracciones. Después de cenar, mientras recogemos, ven un ratito más la peli o juegan otro rato. Y después, a la cama: dientes y pis, claro. Y, para alargar el rato, les contamos un par de cuentos.
Mindfulness para mamás
Hasta aquí os he contado cómo organizo esa hora feliz con los niños. Ahora os cuento de qué manera me preparo yo para afrontar con calma estos momentos tan tensos del día.
¿Cómo lo hago? Aquí están mis nuevos descubrimientos de los que ya os he venido hablando y que me han cambiado la vida, tanto mi vida familiar como mi vida profesional también (aunque de esta vida os hablaré más adelante).
La meditación y el amanecer – nuevos hábitos para gestionar el estrés de todo el día
Para tener esta actitud hay que trabajarla durante todo el día. Lo primero es darnos cuenta de que tenemos ese problema: perdemos los nervios a menudo, somos incapaces de gestionar el estrés, lo pagamos con los niños y con la pareja…
Y querer ponerle remedio.
He descubierto el poder de las mañanas, os he hablado de ello en otro post que os dejo por aquí. Levantarme a primera hora de la mañana es importante para mí. No me pierdo nunca el amanecer, me parece mágico ver salir cada día el sol. Creo que es una nueva oportunidad para hacer eso que quiero hacer, para dar esos pasos.
Hago diez minutos de yoga. Me activa, me ayuda a estirar los músculos, acelera un poco mis pulsaciones y me carga de energía.
SOL+ YOGA=ENERGÍA
Y bebo un gran vaso de agua. Durante la noche nuestro cuerpo se deshidrata y es importante beber agua al levantarnos. Muchas veces nos levantamos con sensación de cansancio precisamente por esa deshidratación. A esta hora ya se han levantado los peques. Preparamos un desayuno delicioso: café, tostada con aguacate, algo de fruta… Y nos disponemos para ir al cole.
Meditación como clave para mantener la calma en todo momento
La meditación la he ubicado por la noche, para descargar el estrés del día, pero es muy útil hacerla antes de cualquier actividad que sepamos que nos va a poner nerviosas. Hay quien prefiere meditar al despertar. Búscale un rato. Es la mejor manera de liberar estrés y de controlar los nervios a lo largo del día. He leído que es necesario meditar media hora al día para saber que esta acción están realmente implantada en nuestras rutinas, pero vayamos poco a poco porque no es fácil. Podemos tomarnos solo cinco minutos para ello. De hecho, tenéis cientos de vídeos en Internet para hacer una meditación guiada.
- Búscate tu momento de soledad y de tranquilidad.
- Encuentra la postura que más cómoda te sea para relajarte, bien tumbada bien sentada.
- Empieza por hacer círculos con tu cuello: para un lado y para otro. Siente cómo crujen todos tus músculos. Es la carga. Déjala ir. ¿Eres capaz de no pensar en nada más que en esos círculos?
- Después concéntrate en tu respiración. Inspira y expira de manera serena, pausada y profunda. No te disperses. Devuelve tus pensamientos a tu respiración cada vez que te vayas. Inspira, expira. Solo estás centrada en la respiración. No pienses en nada más.
- Escuchar música relajante o sonidos como el mar o la lluvia pueden ayudarte.
- Repite esto cada día, crea el hábito de la meditación.
- Cuando acabes, saca un cuaderno y escribe uno o dos agradecimientos del día (o del día anterior si es por la mañana) ¿Qué tienes que agradecer hoy? Quizá el sonido de la lluvia que te regala la mañana, el olor a café del piso de al lado, la conversación de anoche con una amiga… Piensa. Piensa y da las gracias.
Estos 7 puntos solo te llevará diez minutos en tu día y sentirás una calma y una paz indescriptibles. A lo largo del día, cuando preveas (o estés inmersa) una situación de estrés o un conflicto con los niños (o con cualquier otra actividad) realiza tres respiraciones profundas, afronta la situación y actúa con calma. “Bájate a su nivel” ¿Qué está sucediendo? Resuelve desde la calma.
Lo que no puedas hacer hoy, déjalo para mañana
Cuantas veces oigo a las mamás decir que los niños no les dejan hacer nada. Y, en cambio, a mí me dicen que no saben cómo puedo hacer tantas cosas. Yo les sonrío y les digo: haciéndolas. Sin agobiarme y con mi lema claro: lo que no pueda hacer hoy, lo puedo hacer mañana. ¿De verdad es necesario tener todo listo inmediatamente? ¿Qué pasa si la lavadora está aún sin poner? Y si uno de los niños me llama para dibujar con él, ¿prefiero invertir ese tiempo en planchar? ¿Le digo que no puedo, que estoy muy ocupada limpiando el baño?
Venga, hombre, el tiempo pasa y no vuelve, tener eso muy claro. Al final, podrás hacerlo todo. Tal vez, al día siguiente tengas toda la tarde para poner la lavadora porque el niño se ha ido de cumple o está haciendo cualquier otra actividad para la que no te necesite.
Establece prioridades y recuerda que tendrás tiempo para todo más tarde. Es cierto que nada se hace solo, pero tampoco hay prisa para hacer nada. Atender al peque, sí es urgente.
Y recuerda que también puedes pedir ayuda, aprende a delegar. Por ejemplo, en casa no perdemos el tiempo en ir a comprar porque nos lo traen todo a casa: fruta, carne, pescado, Mercadona, Carrefour… Sabemos que es un tiempo en el que no podemos invertir, y lo hemos resuelto de otra manera. O contrata a alguien para que te ayude en casa. Seguro que es un dinero que puedes privar de otra cosa menos necesaria. No somos superhéroes y no podemos con todo.
No, no puedes. Así que busca ayuda. Esto también te aliviará ese estrés y ese agobio.
Recuerda, respira, y mantén la calma.
África Crespo